PABLO LÓPEZ | A CORUÑA Una mujer compareció ayer en los juzgados como
acusada de haber maltratado a su marido. La Fiscalía reclama una pena de 18
meses de prisión para la procesada, que supuestamente propinó varios puñetazos a
su marido tras una discusión durante una cena y que, meses después, volvió a
golpearlo y le rompió las gafas.
La primera de las agresiones por las
que la mujer se sentó en el banquillo ocurrió supuestamente hace más de tres
meses, aunque fue la discusión que terminó con la rotura de las gafas de la
víctima, sucedida este mismo agosto, la que motivó la denuncia del marido y el
consiguiente proceso judicial. La acusada negó los hechos y, aunque reconoció
que discutía con su marido frecuentemente, aseguró que jamás lo había golpeado.
"Sí que discutí, pero no le agredí. No tengo ni idea de por qué tiene un
parte médico", manifestó la mujer acusada de maltrato, que precisó que la
discusión de este mes, que según la denuncia de su marido terminó en agresión,
tuvo su origen en una discrepancia sobre la factura telefónica.
El
abogado de la defensa trató de recurrir a la diferencia de peso de la acusada y
su marido para poner en duda que la mujer fuese capaz de agredir a su supuesta
víctima sin que ésta lograra defenderse. En respuesta a las preguntas formuladas
por el letrado, la procesada explicó que su pareja, con la que está en trámites
de divorcio, pesa 35 kilos más que ella y tiene un carácter agresivo. "Mi esposo
nunca esperaría a que yo le pegara y yo no soy Terminator", dijo la mujer.
La procesada también tuvo que contestar a las dudas de la fiscal y de la
abogada de la acusación particular acerca de una serie de llamadas posteriores a
la última agresión en las que supuestamente amenazó a su marido con que, si la
denunciaba, se autolesionaría y le acusaría de haberle pegado para que perdiera
la custodia de su hijo. En una de estas llamadas, que la víctima grabó gracias
al manos libres de su teléfono y que fue utilizada como prueba durante el
juicio, la acusada reconocía abiertamente haberle roto las gafas a su marido.
El testimonio de la mujer es totalmente opuesto al que pronunció su
marido, que relató cómo su esposa le había agredido en las dos reyertas por las
que fue juzgada la acusada. El hombre confirmó que la segunda había tenido como
causa una discusión económica y añadió que su pareja le había golpeado en la
cara para, posteriormente, coger sus gafas y partirlas.
"Estaba acostado
en el sofá cuando llegó mi mujer enfadada para preguntarme por qué había habido
un bajón en la cuenta corriente. Me dijo que mirara la factura de teléfono en
internet y comprobé que ella había gastado mucho. Le dije que yo no le iba a
pagar la factura y ella vino hacia mí y me pegó. Luego me arrancó las gafas y
las rompió", relató el marido, que también mencionó que, tres meses antes, su
mujer le había propinado varios puñetazos durante una cena en presencia de la
hija de la pareja y de unos amigos.
Los amigos que presenciaron los
puñetazos de aquella cena declararon como testigos durante el juicio, pues,
además de haber visto la primera agresión, recibieron la visita de la víctima
justo después de que ocurriera la segunda de las reyertas. Ambos confirmaron
ante el juez que habían visto cómo la acusada le propinaba los puñetazos,
recalcaron los nervioso que estaba su amigo cuando buscó su apoyo tras la
segunda agresión y añadieron que, en sus visitas a la procesada y a su pareja,
habían contemplado cómo la mujer insultaba a su marido con palabras como "muerto
de hambre".
El hombre y la mujer que atendieron a la víctima, según
hicieron constar ante el juez, tuvieron también la oportunidad de escuchar
algunas de las llamadas en las que la mujer amenazó supuestamente a su marido.
Estos testigos confirmaron que oyeron, gracias al manos libres del móvil de la
víctima, cómo la procesada manifestaba su intención de causarse lesiones y de
acusar a su marido de maltrato para que éste perdiera la custodia de la hija.
La Fiscalía reclama una pena de 18 meses de prisión, nueve meses por
cada una de las supuestas agresiones. La acusación particular reclama además una
indemnización de 2.000 euros por secuelas y 280 euros por el arreglo de las
gafas.