AP Beatrice David-Weill, la viuda del banquero Edouard 
Stern, saliendo ayer del tribunal, en Ginebra 
Jueves, 18-06-09
Cécile Brossard, la amante y asesina confesa del banquero francés 
Edouard Stern, ha sido declarada culpable de asesinato en un juicio de diez días 
que concluyó ayer en Ginebra. Stern murió de cuatro balazos el 18 de febrero de 
2005 en esa misma ciudad. Tenía 50 años.
A lo largo del proceso, Cécile Brossard y sus abogados trataron de 
convencer al jurado de que mató al banquero por pasión y no por dinero, en el 
curso de un encuentro sexual sadomasoquista en el lujoso apartamento de Star, en 
el barrio ginebrino de Eaux-Vives.Los ingredientes de dinero, poder, sexo y 
sadomasoquismo que han confluido en el caso lo han convertido en uno de los 
juicios más esperados y seguidos en Suiza.
Stern, uno de los banqueros más poderosos de Francia, pertenecía a 
la elite de las finanzas: su fortuna era la 38 de su país y gozaba de conexiones 
con las más altas esferas del poder. Entre sus amigos estaban el presidente de 
Francia, Nicolas Sarkozy, y el ex primer ministro Laurent Fabius.
El banquero fue hallado muerto, atado y vestido con un traje de 
látex de los que se utilizan en los ambientes sadomasoquistas, y con cuatro 
balas en el cuerpo. Dos semanas después fue detenida su amante, Cécile Brossard, 
de 40 años, quien reconoció haber cometido el crimen. Cécile ha mantenido que 
Stern le había hecho muchas promesas, entre otras la de matrimonio, y que el 
financiero no era una pobre víctima, sino un ser brutal que la humillaba.
A lo largo del juicio se ha hablado mucho de un millón de dólares 
que el banquero había transferido a la cuenta de su amante, y se han revelado 
numerosos detalles escabrosos de una relación altamente destructiva para ambos. 
Brossard aseguró que Stern cambió después de opinión y le bloqueó ese millón de 
dólares. En la noche del crimen, al parecer, pronunció la la lapidaria frase: 
«Un millón de dólares es demasiado caro para una puta», lo que llevó a Cécile a 
perder los nervios y a matarlo.
«Hice algo horrible. Mi corazón está lleno de dolor», dijo la 
acusada, quien en medio de sollozos volvió ayer a «pedir perdón de todo corazón 
a la familia» del banquero. «No soy una ladrona. Soy una mujer que estaba 
perdidamente enamorada de un hombre y que lo sigo estando», 
añadió.